Seminario Conciliar San Pelagio

¿Y qué es el Rosario? El Rosario es «mirar a Jesús con los ojos de María». Este es el gran misterio. No es sólo repetición de «avemarías», es María que viene a contemplar y amar a su Hijo, al Padre, al Espíritu Santo… Y nos invita a contemplar y amar con ella, con su mirada de amor.

Hemos querido responder a su llamada diaria, pero esta vez cómo comunidad, rezando el «Rosario de la Aurora». Este rosario es una práctica de piedad popular en el que, durante el amanecer de algunos días señalados, se recorren en procesión las calles de los pueblos rezando el rosario y cantando a la Virgen. Hoy, 9 de octubre, hemos querido hacerlo también en el seminario, en el mes en el que la Iglesia lo dedica al rosario ¿Por qué lo dedica al rosario? Porque con María llegamos rápido al Padre, llegamos rápido a Jesús. Y la finalidad del rosario es llegar al Padre. Igual que toda nuestra vida. Por eso la Iglesia, que es nuestra madre y sabe que somos niños en la fe, nos dice: «¡Ánimo hijo, llega al Padre rápido! ¡Reza el rosario, invoca a María!»

Hemos rezado por la diócesis, por nuestras pastorales, por la necesidades de la Iglesia y del mundo. Se lo encomendamos a Ella, y que Ella se encargue de llevarlo al Padre.

¡Rezamos por vosotros!

 

La tarde del pasado 30 de septiembre, tuvo lugar en la capilla de nuestro Seminario, la Profesión de Fe y el Juramento de Fidelidad de nuestros hermanos Miguel Ramírez y Javier Muñoz, los candidatos al presbiterado que serán ordenados D.M. el próximo 22 de octubre. El acto se realizó inserto en una Eucaristía, presidida por nuestro Obispo Mons. Demetrio Fernández González.

A raíz del Evangelio del día, el Obispo animaba a los candidatos, a vivir conforme el Evangelio proclamado. Principalmente los exhortó a vivir la alegría de ser enviados por el Señor. También a llevar una vida de pobreza tanto exterior como interior, eso es lo que significa «no llevéis nada para el camino» para que su apoyo sólo sea el Señor.
Se les recordaba que en la profesión de fe, la Iglesia les pide a nuestros hermanos una inserción en el surco de la fe apostólica, la fe de la Iglesia. El juramento de fidelidad y obediencia significa vivir como Cristo vivió, obediente a la voluntad del Padre, para así poder dar la vida por nuestros hermanos a ejemplo del Señor.
Finalmente el Obispo los encomendó a la Santísima Virgen y a San Juan Pablo II, en cuya fiesta serán ordenados presbíteros.

El miércoles pasado, en la Fiesta de los Santos Arcángeles se celebró la apertura de curso del Instituto Teológico San Pelagio e Instituto Superior de Ciencias Religiosas Beata Victoria Díez.

La jornada comenzaba con la celebración de la Eucaristía, presidida por el Sr. Obispo y un acto académico posterior. La Eucaristía fue concelebrada por un notable número de profesores de ambos Institutos, junto los formadores del seminario; D. Adolfo Ariza, Director del ISCCRR. Beata Victoria Díez; D. Gabriel Richi, Decano de la Facultad de Teología de San Dámaso; y D. Dario Vitali, profesor de Eclesiología de la Universidad Gregoriana de Roma. De igual modo, asistieron los docentes laicos y los alumnos integrantes de estos Institutos Teológicos.

D. Demetrio comenzó su homilía recordando la importancia del estudio como «misión de todos, profesores y alumnos, en el que debemos disfrutar de los misterios de Dios y del plan de Salvación del Señor para con nosotros». Se trata de un estudio que debe «configurar de mente y corazón». Al finalizar la homilía, el Sr. Rector realizaba la profesión de Fe y juramento de fidelidad en nombre de todos los profesores.

Acto seguido comenzó la ponencia a cargo del Doctor Vitali sobre «El pueblo de Dios como clave de interpretación de la Eclesiología». En ella pudimos ver la grandeza de la Iglesia y lo que dice de ella el Concilio Vaticano II, destacando como claves la concepción de la Iglesia como Pueblo de Dios y la Sinodalidad como misión de todos. El acto terminó con inauguración formal del curso en nombre del Papa Francisco por el Sr. Obispo.

Pedimos vuestra oración para que el estudio y esfuerzo intelectual no caigan en saco roto, sino que con María, que todo lo guardaba en su corazón, adquiramos cada día un «Conocimiento interno de Cristo que por nosotros se ha hecho hombre para que más le amemos y sigamos» (EE.EE. 104)

En la mañana del viernes 17 de septiembre, gran número de los profesores integrantes del Instituto Teológico San Pelagio se han reunido en el tradicional Claustro ordinario de profesores. Este Claustro de septiembre suele indicar la proximidad del inicio del curso académico, siendo presidido por el Sr. Obispo D. Demetrio Fernández, el Rector D. Jesús María Moriana, el Vicerrector y jefe de estudios D. Florencio Muñoz y la secretaria Dª Francisca Giovanetti.

Este curso contará con la presencia de más de 50 alumnos procedentes de los Seminarios diocesanos San Pelagio y San Juan de Ávila, el Hogar de Nazaret y los Esclavos de la Eucaristía. Los profesores tuvieron la ocasión de conocer las directrices particulares que marcarán este curso académico 2021/2022, así como los diferentes alumnos que lo integrarán y las asignaturas que le serán impartidas.

El Sr. Obispo ha animado a vivir con entrega el ministerio confiado a cada docente correspondiente a la formación de los futuros sacerdotes que servirán a nuestra Diócesis y a la Iglesia Universal. De igual modo, el Prelado exhortaba a que también los docentes se comprometieran con un estudio constante que les permita reciclar y enriquecer sus conocimientos de cara a esta misión.

De igual modo, este año, el Claustro ha agradecido la constante y servicial tarea de D. Pedro Soldado. Hace más de 30 años que ha servido a la Diócesis, no solo con su ministerio pastoral, sino también en la labor docente. D. Pedro ha impartido asignaturas entre las que destaca Bautismo y Confirmación y Matrimonio. Tanto el Claustro como D. Demetrio han querido aprovechar la ocasión y agradecer su labor dando gracias a Dios por todo su servicio a la Iglesia.

Pedimos a María, Sede de la Sabiduría, que encienda en nosotros el espiritu de contemplación y estudio para que hagamos del mismo un camino hacia el encuentro con  el Señor.

El día de San Pelagio ha brillado especialmente en la Diócesis de Córdoba. Siempre el día de San Pelagio es un día de júbilo y alegría, el patrón del Seminario y custodio de nuestra vocación. Sin embargo, este año, el joven Niño mártir ha querido interceder ante el Señor para que siete diáconos sean ordenados presbíteros.

Por el Sacramento del Orden, estos siete diáconos: Pablo, José Antonio, Narcisse, Bernard, Fernando, Guillermo e Isaac, junto a Miguel y Javier que, si Dios quiere, serán ordenados el próximo octubre, son configurados con Cristo Pastor. Un Ministerio que, como nos explica la Liturgia del Sacramento, los envía como otros “Cristos” con el fin de ejercer el sacerdocio ministerial de Nuestro Señor para Gloria de Dios y la salvación de las almas. La celebración tuvo lugar el mismo día 26 en la Santa Iglesia Catedral de manos de D. Demetrio Fernández, Obispo de nuestra Diócesis.

La Ordenación de nuestros hermanos es siempre un paso del Espíritu Santo por nuestras vidas. Es Dios que transforma ontológicamente el corazón de nuestros hermanos en un corazón de Buen Pastor. Es un gran regalo contemplar como a lo largo del seminario, la Gracia de Dios va haciendo su obra con cada uno de nosotros. Una maravilla que se labra en lo oculto y lo pequeño de cada día, en la fidelidad y perseverancia, en el Sí diario que responde al Sí eterno de Jesús hacia ellos.

Sin duda, una experiencia ante lo que solo cabe callar, asentir, dar gracias a Dios y admirarse de cuantas maravillas Dios obra en nosotros si le dejamos entrar en nuestra vida. Un Dios que nos hace capaces de decir con María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador». Que San Pelagio y María, Reina y Madre de los sacerdotes, intercedan por ellos, para que sean los Santos sacerdotes que el mundo se merece y Dios quiere dar a su Iglesia.

Pd: Desde el Seminario agradecemos a la Delegación Diocesana de Medios de Comunicación Social las fotos realizadas durante la celebración.

En el día de ayer, el Estudio Teológico San Pelagio, concluía su periodo de exámenes y con él, otro curso académico marcado por la pandemia del Covid-19.

Durante las últimas semanas los seminaristas han reforzado el trabajo realizado durante todo el año, para entregar a punto todos los trabajos e ir lo mejor preparados para los exámenes. Esta mañana ha tenido lugar el claustro de profesores, presidido por el obispo, monseñor Demetrio Fernández, para evaluar a los alumnos y reflexionar sobre el curso que termina. Se ha destacado la labor de los profesores y alumnos para las clases y exámenes, haciendo que la pandemia realizara las menores secuelas posibles.

Elevamos desde aquí una acción de gracias a Dios, por medio de su Santísima Madre Inmaculada por el esfuerzo y los buenos resultados de los alumnos, pidiendo para que el nuevo curso sigan aumentando las vocaciones sacerdotales.

 

Desde el pasado sábado 29 de mayo hasta el jueves 17 de junio, los alumnos de Instituto Teológico San Pelagio han entrado de lleno en la temporada de exámenes. Durante este período los alumnos se prepararán para realizar los exámenes de Teología y Filosofía. También los diáconos se preparan para realizar el Bachiller en Teología, previo a su Ordenación Presbiteral.

La época de exámenes es tiempo de gracia y tiempo de fruto. Si los miramos desde un prisma meramente humano, no dejan de ser una evaluación o un pequeño trance que hay que pasar como cualquier alumno. Sin embargo, desde la fe, podemos ver los exámenes como un momento de gracia en el que el Señor contempla el trabajo realizado a lo largo del curso y nos hace ver que «digno es el obrero de su salario» (1 Tm 5,18). Todo esfuerzo tiene su mérito, pero sobre todo es meritorio nuestro estudio cuanto más contribuya a la Gloria de Dios y a la salvación de las almas; cuanto más nos ayude a entrar en el Misterio de Dios que se ha revelado a nuestra mente y a nuestro corazón.

Os pedimos vuestra oración por la comunidad del Seminario, para que no estudiemos por un simple afán de saber, sino con la humildad de descalzarse ante el Misterio de Dios, haciendo de nuestra mesa de estudio nuestro altar de cada día. Y que, adquiriendo un conocimiento interno del mismo, lo pongamos al servicio de las almas que se nos encomienden.