Nada más volver de las vacaciones de Navidad, comenzamos el mes de la vocación en Baena. Se trata de una iniciativa recuperada después de varios años, en la que el Seminario se hace presente durante varios fines de semana en un pueblo, para dar a conocer el misterio de la llamada que un día nos cautivó y que nos compromete cada día en el seguimiento de Cristo.
Este primer fin de semana, fuimos el curso de primero, acompañados del diácono Javi García y de Néstor Huércano, que este año es nuestro delegado de comunidad y D. Antonio, nuestro padre rector.
Llegábamos a Baena el sábado 9, con dos coches llenos de seminaristas e ilusión, sin saber que nos esperaría, imaginando ya durante el viaje las caras de los jóvenes con los que hablaríamos.
Al llegar al centro interparroquial nos encontramos la primera sorpresa, la acogida cariñosa de D. Juan y el equipo de catequistas, que nos esperaban con un buen termo de café y dulces. Tras la merienda, tuvimos un rato de oración con los jóvenes ¡120 chavales!; durante el cual se leyó la vocación de Moisés y Javi, el diácono que nos acompañaba explicó los elementos comunes de toda vocación, resaltando la iniciativa que parte siempre de Dios y la respuesta del llamado ¡Aquí estoy!
A continuación nos dividimos por grupos para seguir profundizando y aprendiendo. Con una divertida dinámica descubrimos qué es y qué no es la vocación cristiana, y aprendimos que toda vida cristiana es una vocación y que debemos estar atentos a la voz de Dios que nos llama a una vida de felicidad y plenitud.
Muy satisfechos con la participación de los jóvenes, que se mostraron muy inquietos e interpelados, marchamos a celebrar con ellos la Eucaristía en la parroquia de Santa María la Mayor. Y se hizo de noche y nos volvimos con una sonrisa en los labios y una oración en el corazón: ¡Cuídalos, Señor, y si es tu Voluntad llama a muchos a tu servicio!
Por fin, amaneció el domingo, y los seminaristas de primero acompañados de D. Antonio volvimos a Baena para las misas dominicales. Hicimos dos grupos y pudimos participar en las misas de la parroquia de Guadalupe, Santa María la Mayor, la residencia de las hijas de la Caridad y capilla de las hijas del Patrocinio de María. En ellas pudimos volver a estar con los jóvenes, conocer a los niños que se preparan para recibir la Comunión, las familias y los ancianos.
Damos gracias a Dios por esta experiencia que acabamos de comenzar, por cada una de las personas que nos hemos encontrado durante la misión, por sus palabras de aliento y su acogida sincera; así como a los sacerdotes que nos están atendiendo con solicitud. A todos gracias de corazón y pedimos que encomienden nuestra labor ¡Que todos sepan que nuestro Dios es amor!
Los seminaristas de 1º.