En la tarde de hoy, fiesta de la Presentación del Señor, como viene siendo costumbre en nuestro Seminario, nuestro Obispo ha procedido a la entrega de albas a los seminaristas de nuevo ingreso destacando en su homilía la importancia de “acercarse a los misterios sagrados con el alma limpia”.
El alba al igual que cada una de las vestiduras litúrgicas tiene una significación especial del revestirse de Cristo. En este caso, el alba es signo de la pureza con que debemos guardar el alma, así lo expresa la oración que se decía mientras se revestía del alba: “Hazme puro Señor, y limpia mi corazón, para que, santificado por la Sangre del Cordero, pueda gozar de las delicias eternas”. De este modo, nos recuerda la limpieza que nos fue dada en la consagración bautismal y con qué esmero hemos de guardarla para que, como futuros sacerdotes, transparentemos mejor a Cristo.
Además, en el día de hoy por la fiesta que celebramos, encontramos un aspecto muy sacerdotal: Jesús con su presentación está comenzando su ofrenda al Padre que culminará en su ofrenda en la Cruz. Pedimos al Señor que nos sumerja en su dinámica de ofrenda para que podamos decir como Él: “por ellos me santifico”.
¡Enhorabuena José H., José M. y Rafael L.! Que la Santísima Virgen cuide y custodie vuestra vocación, y a ejemplo suyo, respondáis fielmente a los planes de Dios en vuestra vida.