Antes de irnos a Guadalupe queremos dejaros el testimonio de David Reyes, sacerdote desde hace dos años, vicario parroquial de la Inmaculada Concepción de la Carlota y sus departamentos, hace muchos años fue uno de los jóvenes que peregrinaron a Guadalupe, luego fue voluntario de la Dele lo cual fue decisivo para que el Señor lo llamará.
Cuando llega el comienzo de curso, más concretamente octubre, es inevitable pensar en Guadalupe. Después de 15 peregrinaciones, de las cuales 11 son consecutivas, puedo decir que cada año es totalmente distinto. Uno va con unas expectativas y el Señor te muestra otras totalmente distintas. Es una gracia del Señor ver como todos los años somos muchísimos los jóvenes que vamos hasta el encuentro de nuestra Madre, la Virgen de Guadalupe.
Cuando comencé, allá por el año 1.999, (no íbamos a Alía, sino Valdecaballeros y Castilblanco), jamás pensaba lo que el Señor me tenía preparado. Entre otras cosas gracias a Guadalupe, hoy día, es mi segundo Guadalupe como sacerdote de Jesucristo.
Es una auténtica bendición el poder peregrinar junto a los jóvenes de la diócesis, cantando, rezando, hablando, en silencio también. Pero todos con una misma meta, presentarle a la Virgen todas nuestras intenciones.
Para mí lo más impresionante son la Adoración al Santísimo en Alía, la Eucaristía en Villavaquita, la entrada en el Santuario, y como no, el encuentro con la Virgen.
Gracias a esta peregrinación hoy soy lo que soy. No sé que tiene «Guadalupe», pero todo el que va, repite. A la hora de invitar a los jóvenes, algunos dicen que no, porque el fin de semana es para salir con los amigos de fiesta. Yo les suelo decir que es un fin de semana distinto, y hasta ahora todos los que han ido, han repetido, y en mi caso, los jóvenes de La Carlota, se animan unos a otros. Este año volvemos a asistir un grupo de jóvenes tanto de La Carlota como de los Departamentos.
Realmente merece la pena asistir a Guadalupe, desinstalarse de nuestros hogares y de nuestras comodidades, y comenzar esta aventura maravillosa. Personalmente es un privilegio asistir como sacerdote, ya digo, mi segundo año, si Dios quiere. Pero la experiencia vivida el año pasado, desde que empezamos la misa en la Catedral el viernes, hasta que llegamos a El Arenal el domingo, fue algo espectacular. Cuantas charlas, cuantas confesiones, cuantas risas, y como no cuantas emociones compartidas con todos los peregrinos de mi grupo.
Son muchas las anécdotas que podría contar de estos 15 guadalupes, pero es mejor vivirlas en primera persona, por eso no me cansaré nunca, y digo nunca, de invitar a que los jóvenes vivan esta experiencia.
San Juan Pablo II nos dijo a los jóvenes que no tengamos miedo de abrir las puertas de nuestros corazones a Cristo, y que se puede ser moderno y fiel a Él.
La mejor forma de llegar hasta el Corazón de Cristo, es a través del corazón de su bendita Madre, y qué mejor manera que esta XXIII Peregrinación a Guadalupe.