A escasas horas de recibir la Ordenación Presbiteral de manos de nuestro Obispo, Don Demetrio, hemos querido preguntarle a nuestro hermano Ángel Maíz como se siente ante tan inminente acontecimiento. Ángel, quien entró al Seminario Menor a muy temprana edad, recibe tras muchos años de Seminario el mayor regalo que Cristo le ha podido hacer. Rezamos por él y le deseamos un feliz, próspero y santo ministerio.
Cuanto más grande es lo que se recibe de parte de Dios, más pequeño se ve uno para la misión que se le encomienda. Ese es el sentimiento que inunda estos días mi corazón antes de las Sagradas Órdenes de Presbítero. Es grande y valioso tesoro, pero en una vasija de barro muy frágil y pequeña. Uno sabe que aunque no llegará a todo, y que habrá limitaciones, y dificultades, y debilidades, Dios pondrá lo que me falte, ya que esta misión es suya. Esto da una gran paz, puesto que Aquel que ha llamado es quien pone lo que nos falta a cada uno.
Dios no llama a los capacitados, sino que capacita a los que llama. He contado siempre con el testimonio de grandes sacerdotes como mi tío José Antonio, mi anterior párroco D. Francisco Caballero, o el actual D. Francisco Delgado, y en ellos he visto como, a pesar de ser personas no perfectas, son un testimonio feliz y entregado al Señor y a su Iglesia.
Le doy gracias por este gran don ser llamado a ser Sacerdote, y solo le pido especialmente, que siempre le transparente a Él todo lo posible ante los demás, y que jamás me separe de su compañía y su amistad.
Ángel Jesús Maíz Tejero