El próximo día 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, ocho hermanos serán ordenados diáconos, cuatro de nuestro Seminario San Pelagio y cuatro del Seminario Redepmtoris Mater San Juan de Ávila. Rezamos especialmente por ellos. A lo largo de estos días, ellos mismos nos hablarán brevemente de su testimonio. Una historia personal de amor con Jesucristo. Hoy nos cuenta su experiencia Guillermo Padilla:
- ¿Qué han supuesto para ti estos años de seminario?
Creo que es difícil expresar con pocas palabras algo tan profundo… podría decir que lo han supuesto todo, porque me han llevado a encontrarme de forma íntima con Aquel que ama infinitamente y que me llama a seguirlo muy de cerca, a vivir su misma vida y a compartir su misma suerte: Jesucristo. Y en Cristo, Dios me ha dado muchos hermanos, a los que llevo en mi corazón.
- ¿Qué aspecto destacarías de este periodo?
Sin duda la oración, y en ella la Eucaristía, como forma principal para unirse a Cristo, para entrar en su intimidad, y desde Él, poder unirte a su misión redentora por toda la humanidad.
- ¿Qué fue lo que hizo que te plantearas la vocación?
Sinceramente no fue algo como tal que me plantease, fue Jesucristo quien quiso que me encontrase con Él a través del testimonio de unos religiosos y de los más pobres en unas misiones en Perú a las que fui providencialmente en el año 2009. Durante este viaje me sentí llamado por Dios a seguirle muy de cerca y a ayudar a los más pobres, aunque sin tener muy claro exactamente de qué modo. Pero Dios fue obrando poco a poco en mi alma, Cristo se iba convirtiendo cada vez más en mi vida, a través de la oración, los sacramentos y la vida de los Santos y me fue mostrando, a través de la Iglesia, que quería que fuese su sacerdote. Yo solo quise responder a lo que creía que era su voluntad.
- A pocos días de la ordenación ¿Cómo afrontas tu futuro ministerio ante la situación sociocultural actual?
Con mucha confianza en Dios. Sé que se presentan muchos retos, muchas preguntas a las que dar respuestas y también, siendo sinceros, dificultades; pero gracias a Dios este mundo no me necesita a mí, sino a Jesucristo. Por mi parte lo único que debo hacer es poner todos los medios para unirme lo más íntimamente posible a Él y todo lo demás se dará por añadidura. De este modo Cristo podrá obrar y actuar a través de mí, y podrá hacerse presente a un mundo tan sediento de Su Amor.
- ¿Qué le dirías hoy a un joven que se plantea la vocación sacerdotal?
Que no tenga miedo de soñar con ser santo y de descubrir si verdaderamente Dios le está llamando a ser sacerdote. Si le llama, y así se corrobora a través de la mediación querida por Dios de la Iglesia, ¡adelante! No hay nada comparable al Amor del Corazón de Cristo.