«Sólo el amor es capaz de cambiar al hombre»

Este fin de semana, se celebrará la segunda tanda de Ejercicios Coraje del 26 al 28 de marzo. Fernando Reina, seminarista, nos cuenta cómo de decisivos fueron los ejercicios de cara a su ingreso en el seminario y su seguimiento al Señor. Rezamos por Él y por todos los jóvenes que los realizarán, para que tengan un encuentro con Cristo y sean testimonio de Él en el mundo:

Mi nombre es Fernando, y soy un seminarista de cuarto curso y tengo 21 años. Soy procedente de Córdoba, de la parroquia de la Compañía. Me han pedido que describa brevemente lo que supuso para mí la experiencia de los Ejercicios Espirituales Coraje, y eso intentaré hacer con estas sencillas palabras.

A mí personalmente, los ejercicios me han cambiado la vida. Yo los hice en el año 2017, el primer año que se lanzaron. Gracias a los ejercicios espirituales, pude acercarme un poco más a Jesús, gustar su perdón, su amor incondicional y experimentar un deseo de seguirle con radicalidad. Por eso, hoy estoy en el seminario. Después de los ejercicios decidí empezar a vivir la vida en clave de santidad, aunque todavía siga siendo casi el mismo “mataillo”, pero un “mataillo” con un gran deseo de ser santo.

Para mí, ejercicios fueron un tiempo para el encuentro con el Señor: encuentro en la Eucaristía, encuentro en la oración, encuentro en el testimonio de los demás, encuentro en el interior de uno mismo… El Señor, en esos días, se pone a tiro de una forma excepcional. Siempre se hace el encontradizo con todo aquel que le busca. En los largos momentos de oración y de silencio que disponen para la escucha de su voz, el Señor se hace muy presente y reclama cada corazón con insistencia.

También experimenté en estos días muy de cerca la misericordia de Dios. Es de aquí de donde brota un cambio radical de vida. De una misericordia que crea en nosotros unas disposiciones distintas a aquellas con las que veníamos, y en la medida en que nos sabemos amados por Dios, por el perfecto amor, podemos cambiar nuestra, muchas veces, miserable vida. Cualquier momento es el bueno para experimentar cuánto nos perdona Dios en cada segundo que pasa, pero quizás, por el ajetreo de la vida, uno no se ve impedido, no se da cuenta de lo grande que es su perdón. Es necesario retirarse para ello. Son por tanto, los ejercicios, unos días propicios en los que Dios me hizo ver su infinita misericordia.

Por último, diría que después de unos días en los que pude saborear a Dios y  cuanto me ama y me perdona, mi vida se vio movida por un impulso interior procedente del Espíritu Santo a la misión, encarnada en la vocación a la que me llama el Señor. En palabras de San Agustín, es imposible conocerle y no amarle, amarle y no seguirle. En mi caso, vi en los ejercicios que el Señor me llamaba a seguirle más de cerca en el seminario, pero no me equivocaría si dijera que muchas personas han escuchado la llamada del Señor a los distintos estados de la vida cristiana justamente en estos días de ejercicios.

En definitiva, si dijera que los Ejercicios Espirituales Coraje han sido un punto de inflexión en mi vida, un antes y un después en cada planteamiento que me he hecho, una mirada enamorada de mí, un abrazo de ternura, una propuesta de vivir santamente… ¡lo que queráis! Me quedaría corto, muy corto.

¡Animaos, jóvenes, a participar en estos ejercicios! ¡Dios tiene grandísimos, inimaginables planes para cada uno de vosotros! Nunca dudéis de las grandes maravillas que Dios os quiere regalar. ¡Dios nunca os defraudará!

 

 

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