“Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. Y sin haberla conocido, Ella dio a luz un hijo al que le puso por nombre Jesús” Mt 1, 24-25
Celebramos en el seminario, como cada año, la gran fiesta y misterio de la Navidad. Jesús, que nos ha llamado al sacerdocio, se hace Niño necesitado de calor y cariño, y todo para redimirnos.
En la casa nos preparamos a la celebración del Nacimiento con dos días intensos de retiro y oración, como colofón a un Adviento que hemos vivido con un espíritu silencioso de expectación y deseo de la venida de Aquél que da sentido a nuestras vidas.
Durante todo el Adviento hemos pedido la intercesión de Santa María y San José, para que preparen cuidadosa y tiernamente el pesebre de nuestro corazón, para poder recibir al Niño Dios y así “ser llamados hijos de Dios” Jn 1, 12. Este año, sintiendo con nuestra Madre la Iglesia y por invitación del Santo Padre, el Papa Francisco, posamos nuestra mirada atentamente en la dulce y dócil paternidad de San José, patrón de los seminarios y padre putativo de Cristo.
En estos días de retiro, nuestro padre y pastor Don Demetrio nos ha exhortado a vivir en pobreza, humildad, obediencia y virginidad, a ejemplo de la Sagrada Familia. De este modo, podremos ser testimonio de una vida sobria, justa y piadosa.
Los hermanos de primero y segundo han marchado con sus respectivas familias a vivir el Nacimiento de Cristo en sus hogares. Los demás quedamos en la casa hasta el día 25 para celebrar unidos en fraternidad y vocación la Natividad y la alegría de haber sido llamados.
Pedimos que todos nuestros hogares sean Belén. ¡FELIZ Y SANTA NAVIDAD!