Este fin de semana hemos estado los seminaristas de tercer y cuarto curso en Huelva, en el encuentro de seminaristas del sur de España (Andalucía y Murcia), donde hemos compartido con muchos seminaristas (en total unos cien) la llamada que Dios nos hace a lo hondo del corazón: ser sus sacerdotes.
Este encuentro se realiza todos los años en una de las provincias de las diócesis asistentes. Pretende ser un incentivo en la vocación de los que nos formamos para ser sacerdotes, y lo consigue. Al menos para mí ha sido edificante conocer sus historias, su situación personal, cómo han llegado al seminario.
Te das cuenta quizás en estos días extraordinarios, que Dios llama de forma espectacular, cuando tiene todo en contra… Un ucraniano que vive en Murcia desde los 9 años, sin apenas fe, vuelve a su país en verano y un amigo le invita a un retiro con la Renovación Carismática, acaba el retiro y le dice a sus padres que se va al seminario. Un enfermero estudiando en Alemania pregunta a su sacerdote que cree que Dios le llama a curar algo más que el cuerpo, está llamado a salvar almas, ese año termina la carrera y ¡hala! Al seminario. Un onubense cuidando caballos desde hacía 10 años, decide una mañana de trabajo, después de llevar unas semanas rumiándolo, que esa tarde entra la seminario… Este año está en el último curso, y si Dios quiere, se ordenará.
Siempre es una gran motivación ver a tus hermanos, compartir la vocación con ellos y ver que esto merece la pena porque, gracias a Dios, es Él mismo el que lleva esta obra que hace en nosotros, nosotros solo tenemos que dejar pasar la Luz.
¡¡¡Rezad por nosotros!!!
Álvaro Fdez-Martos Yáñez
