¡Permite que Dios sea parte de tu historia!

Contamos hoy con el testimonio de D. Eugenio Bujalance, párroco de Santa Marina de Aguas Santas de Villafranca de Córdoba. Este sacerdote joven con experiencia en anteriores «Guadalupes» nos anima a todos a vivir de un modo diferente esta XXIV Peregrinación a Guadalupe.

«Tú eres Señor mi esperanza, en ti he confiado desde mi juventud» (Sal 71,5)

¿Cuántos Guadalupes van? En mi caso si Dios quiere este será mi undécimo Guadalupe ininterrumpidamente. ¡Casi na! Y no lo digo porque parezcan muchos años, sino porque es muchísimo lo que el Señor te regala por medio de esta peregrinación diocesana de Jóvenes que se viene realizando ya desde hace 24 años al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Recuerdo que el primer año como seminarista le pedí a la Virgen, “¡que el año que viene vuelva como seminarista!”, es curioso, pero funcionó, la Virgen escucha y concede. En el segundo Guadalupe, abusé de la confianza que ya existía entre Ella y yo, y durante siete años le fui pidiendo lo mismo, “gracias por permitirme volver un año más, y no te olvides de cuidar de mi vocación sacerdotal, para poder seguir viniendo”. Cumplió su palabra, por eso cuando el primer año fui como sacerdote, le prometí que siempre que hubiese un joven en la parroquia que quisiese venir, aquí estaría yo. La Virgen, que siempre te anima a sumar y a seguir, ha conseguido que ya sean cuatro Guadalupes como sacerdote.

¿Mi experiencia como sacerdote? He sido consciente de que una Iglesia que no comunica, no es Iglesia. La peregrinación es una conversación de WhatsApp que se inicia por parte de la Iglesia, para decirte que ¡Cristo Vive y te quiere Vivo!, que se implica en tus cosas, y que tú puedes implicarte en las suyas.  A Guadalupe no se viene a esperar nada, uno viene a dar de lo que tiene, y lo que no tienes te lo da la Virgen. Como jóvenes nos ha tocado vivir en la era de las redes sociales, de la comunicación, tenemos acceso a todo y a todos: WhatsApp, Facebook, Instagram, Google, Internet,etc.. Yo me atrevería a llamarla la sociedad del desconocimiento, pues todo lo que no te invita al encuentro personal, está destinado a fracasar, por eso quizás el éxito de esta peregrinación Diocesana es que es una aplicación no sólo que funciona sino que cumple su función. Guadalupe es para los jóvenes ese ¡ALTO! en el camino, donde cuenta más el “cómo” que el “cuánto”. Es una oportunidad para mirar hacia ti mismo, cómo vas, qué piensas, qué sientes, qué quieres… y para mirar a tu alrededor, donde ves que hay más jóvenes como tú, que buscan lo mismo, y que incluso tienen los mismos interrogantes y problemas que tienes tú. Por eso hay que venir dispuesto a recibir, porque al mirar alrededor siempre encuentras algo que es para ti, y curiosamente descubres que en ti encuentras también algo para los demás, no solamente recibes, sino que tienes también la capacidad de dar.

¿Cómo se vive esta experiencia con los jóvenes? Los jóvenes hacen que la peregrinación sea distinta, son la esencia, dan sentido a que dejes a un lado las demás obligaciones pastorales, y te vayas con ellos. Necesitan ser escuchados, hablar, contar, divertirse… y descubren que eso no es contrario a un ambiente de oración, ratos de silencio, confesar, rezar o de celebrar la Eucaristía. Los jóvenes necesitan ese protagonismo propio de la edad, y que la Iglesia también tiene que darles, y creo que en Guadalupe descubren que la Iglesia los quiere, se preocupa de ellos, y que tienen su sitio. En la peregrinación a Guadalupe descubren que Jesucristo es actual, cuando llega la fecha no dudo entre si ir o no ir, si están ellos, la respuesta es siempre ¡SI!.

Eugenio Bujalance, sacerdote.

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