Hoy día 2 de febrero de 2019 han recibido el alba los seminaristas que han ingresado en el Seminario este año. La celebración ha tenido lugar en la Fiesta de la Presentación del Señor y la Purificación de María, presidida por el Sr. Obispo.
La vestimenta forma parte de nuestra vida cotidiana, no nos vestimos igual para ir a una fiesta que para ir a la universidad o al trabajo, igualmente no nos vestimos igual para un funeral que para una boda, no se viste igual un sacerdote que un juez. La vestimenta es por tanto muy expresiva de lo que celebramos, hacemos o sentimos en el corazón.
Los sacerdotes, cuando celebran la Eucaristía, deben llevar puesta el alba, la casulla y la estola que contribuya al decoro en la celebración y el recuerdo de su condición de Ministros de Jesucristo. Nosotros ya en el seminario, el alba que nos ponemos, en las diversas celebraciones, hace que caigamos en la cuenta de lo que somos y recordemos nuestro compromiso cristiano y como futuros sacerdotes que deben tener una formación: espiritual, humana, pastoral, intelectual y comunitaria, que poco a poco en los años de formación se va haciendo compromiso.
La entrega del alba para nosotros, en nuestro primer año en el Seminario, significa un reafirmarnos en nuestro compromiso de continuar formándonos generosamente, buscando en todo la voluntad de Dios, el camino más seguro para una formación delicada como es el Seminario. No celebramos la Eucaristía como sacerdotes pero el alba nos recuerda nuestro compromiso y debe ser signo externo de la blancura y pureza de nuestra alma.
El alba es también recuerdo del don recibido en el bautismo, responsabilidad de vivir la vida cristiana, “como hombres nuevos, renacidos del agua y del espíritu”.
A todos los que leéis este artículo, os pido que recéis por todos los seminaristas, para que vivamos con gozo y generosidad nuestra formación, que seamos santos y encomendemos a María nuestra vocación, buscando en todo la voluntad de Dios.
Gonzalo de Loma-Ossorio
