Seguimos presentando a algunos de los voluntarios de la Delegación de Juventud. Hoy están con nosotros Pablo Reina y Teresa Sánchez. Esta pareja de novios, se conocieron hace muchos años en los grupos de Acción Católica. Lo que comenzó como unos campamentos de verano siendo chicos, fue transformándose poco a poco en un grupo de jóvenes donde compartir la fe y la vida. En este grupo de la parroquia de la Compañía, descubrieron su vocación al noviazgo cristiano, y decidieron lanzarse a esta aventura apasionante de poner a Dios en medio de su relación. Poco mas tarde, el Señor les pidió algo más: ser voluntarios de la Delegación de Juventud. Pedid por ellos para que sigan siendo testimonio del amor de Cristo al mundo y a su Iglesia. ¡Dejamos que sigan ellos contandoos su testimonio!
¿Qué significa para vosotros la peregrinación a Guadalupe? ¿Cómo ha sido vuestra experiencia?
Para nosotros, peregrinar hacia Guadalupe es una de las experiencias más bonitas de todo el año en la Delegación de Juventud. Significa acompañar en el camino a jóvenes de muchas realidades de nuestra Diócesis y transmitirles la alegría de ser cristiano, además de, por supuesto, un verdadero encuentro con Cristo y su Madre.
Nuestra experiencia como voluntarios da un giro a la forma que teníamos de comprender el servicio a los demás. Nuestra misión principal no es otra sino servir a los demás jóvenes y acompañarlos durante el camino, también espiritualmente.
¿Qué es lo que más os gusta de la peregrinación?
Respecto a nuestros gustos tenemos el corazón dividido, dejando a un lado la llegada a Guadalupe, que es un momento muy especial para todos cada año, hay dos momentos especiales que tocan nuestro corazón.
En primer lugar, la llegada a Alía, cuando cansados de la caminata del primer día, descansamos en el Señor, que nos mira con amor a nosotros y a todos los jóvenes que se arrodillan ante Él. En segundo lugar, la vuelta en el autobús, donde el Señor nos permite ser conscientes de una pequeña parte de la gracia que ha derramado escuchando a 60 jóvenes que intentan explicar lo que han vivido con sus testimonios.
¿Qué le diríais a los jóvenes que ya se han inscrito y a los que aún están dudosos?
A los que se han inscrito ya, les diríamos que no dejen que pase ese fin de semana como uno más cualquiera, sino que de verdad tengan su corazón abierto a lo que Dios les tenga preparado. Jesús nos tiene que decir algo a todos, pero tenemos que estar bien atentos para escucharlo. A los que aún estén dudosos, que no pierdan la oportunidad y que se apunten sin pensarlo. Será un fin de semana inolvidable, donde conocerán una Iglesia viva y joven, se acercarán al Señor y a la Virgen y conocerán muchos otros jóvenes con las mismas inquietudes.
¿Qué significa para vosotros ir juntos a Guadalupe cada año?
Para nosotros es un momento muy especial, ya que en nuestro primer Guadalupe hicimos un mes de novios. Por eso, se podría decir que nuestra fe y nuestro noviazgo han ido madurando a la par. Empezamos a ir a Guadalupe con nuestro grupo de catequesis, un poco sin saber a lo que íbamos. Más tarde empezamos a verlo con otros ojos, al igual que a tomarnos nuestra fe mucho más en serio, hasta el día de hoy, que somos voluntarios y catequistas y somos nosotros los que tenemos la labor de transmitir el Evangelio a los que son como nosotros éramos. De la misma manera, nuestra relación ha ido madurando hasta saber que verdaderamente Dios nos ha llamado a esta vocación y tiene un plan especial preparado para nosotros, al igual que con cada uno de sus hijos.
¿Cuál creéis que es el papel que jugamos los seminaristas en la peregrinación y qué nos pediríais?
Creemos que una cosa que siempre llama la atención de los jóvenes es estar cerca de otros que están dispuestos a entregar toda su vida al Señor, como sois los seminaristas. Sobre todo, les impacta la alegría que os caracteriza, además de que sabéis escucharlos y dar con las palabras correctas. Por eso, os pediríamos que seáis cercanos y sigáis mostrando la alegría que da entregarse al Señor y vivir en Él.
Pablo y Teresa
