¡Preparándonos para Guadalupe!

Cartel Guadalupe

La peregrinación a Guadalupe convoca desde hace ya más de dos décadas a cientos de jóvenes de toda la diócesis. Sin duda, es un acontecimiento de gracia. Cuando te asomas a la Biblia descubres lo importante que es el camino para un creyente. En el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel, al ser liberado de la esclavitud de Egipto, se pone en camino durante largos años por el desierto. Aunque lo pasa mal por las duras condiciones que tiene que vivir, allí tiene lugar en encuentro con Dios vivo, la alianza, grandes milagros y el nacimiento de la conciencia del pueblo. Luego recordaría aquellas fechas como las de un noviazgo de juventud. En el Nuevo Testamento, seguro que recuerdas a aquellos dos amigos que, camino de Emaús, iban cabizbajos tras ver frustradas sus esperanzas en Jesús. La pasión había sido demasiado “fuerte” para ser digerida por ellos que, a lo largo de su seguimiento a Jesús, habían buscado a toda costa esquivar las dificultades y los problemas. Es en el camino donde Jesús resucitado se pone a caminar con ellos y les devuelve la esperanza perdida, hace que su corazón vuelva a arder de entusiasmo y lo descubran en su Palabra y en la fracción del pan.

En el camino, sin duda una parábola de la misma vida, el creyente sale de su comodidad y, junto a otros, como un gran pueblo, se abre a la sorpresa de Dios. En más de una ocasión, si uno está abierto, puede descubrir al Señor caminando con él, puede surgir espontáneamente la amistad y el deseo de mantener el contacto con Él.

Sólo en el contexto de esa amistad, que se va haciendo creciente, el Señor puede irte insinuando lo que quiere de ti, lo que ha soñado desde toda la eternidad para ti. Es lo que llamamos “vocación”. Digo “insinuando” porque el Señor quiere siempre mantener el respeto a tu libertad sin la cual no hay verdadera respuesta a la vocación. A lo largo del camino puedes ir experimentando un vacío cuando piensas en las cosas que siempre te han llenado (algunas de ellas legítimas y buenas) y, al mismo tiempo, un deseo de más entrega y de más generosidad para darte a los demás. Puede ser que experimentes una fascinación cada vez más grande por Jesús y su evangelio, una atracción grande por las cosas de Dios que no sabes bien explicar con palabras. Es posible que a lo largo del recorrido sientas admiración grande por personas que, caminando junto a ti, han respondido ya al Señor en una vocación concreta y te cuestione su alegría y naturalidad. Cuando todo esto asalta a tu corazón, es posible que se mezclen en ti sentimientos contradictorios: profunda alegría y paz, por un lado, y miedo y vértigo, por otro. ¡No te preocupes! ¡No tengas miedo! Ponte al habla con alguien que te pueda iluminar y déjate acompañar para poder poner nombre a todo lo que te pasa. Es algo que, tarde o temprano, debe ocurrirle a todo creyente que no quiere ser un “maleta” en la vida y que quiere vivir su amistad con Jesús hasta sus últimas consecuencias. Son muchos los chicos y chicas que han descubierto su vocación en la peregrinación o después de ella: matrimonios cristianos que se han conocido en el camino, jóvenes que han entregado su vida para ser sacerdotes o misioneros, chicas que han dado un paso al frente para consagrarse de por vida al Señor. La lista sería inmensa en estas XXII ediciones de la peregrinación a Guadalupe. Piensa que esa lista no se ha cerrado aún y que, si estás atento al paso de Dios en tu vida, puedes descubrir el camino que Él ha pensado para ti desde siempre. Ábrete a la sorpresa, no te cierres a Dios y, por supuesto, no tengas miedo a responderle. Sólo Él sabe llenar la vida con aquello para lo que nuestro corazón ha sido creado. Y recuerda: Dios no quita nada, lo da todo.

Don Pedro Cabello Morales.

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