A dos días de la Ordenación Diaconal, Miguel Ramírez, seminarista de nuestro Seminario, nos cuenta brevemente su experiencia en seminario y su camino hacia el futuro ministerio diaconal:
- ¿Qué han supuesto para ti estos años de seminario?
Han sido años de mucha gracia por parte del Señor, porque ha sido Él quien me ha ido purificado, confirmándome en mi vocación, animándome en mis dudas: Él se ha enamorado de mí y me ha enamorado de Él.
- ¿Qué aspecto destacarías de este periodo?
Sencillamente la oración diaria y la fraternidad que el Señor me ha concedido, porque es ahí donde Dios me ha hecho fuerte en mi debilidad y vence a mi amor propio.
- ¿Qué fue lo que hizo que te plantearas la vocación?
No fue una sola cosa, ni en un solo momento, sino que el Señor a lo largo de los años, desde que soy niño, me lo ha ido demostrando por las personas, las situaciones, la oración. Pero siempre se ha ido confirmando en la plenitud que he hallado a medida que he ido avanzando por este camino. Poco a poco, Jesús ha conquistado mi corazón.
- A pocos días de la ordenación ¿Cómo afrontas tu futuro ministerio ante la situación sociocultural actual?
Con mucha alegría y esperanza, pero también un poco sobrecogido. Con alegría porque si el Señor, a través de instrumentos sencillos, ha hecho obras grandes conmigo, puede hacer lo que quiera con su Iglesia, aunque sea por mi pobre mano. Pero sobrecogido, porque Él confía plenamente en mí para este ministerio, y eso es algo que me queda muy grande.
- ¿Qué le dirías hoy a un joven que se plantea la vocación sacerdotal?
Que se deje guiar y acompañar por Jesús y por la Iglesia. Por nuestros méritos no merecemos su amor, pero saber que si Él te quiere amar de esta manera, y que los hombres necesitan de tu amor como sacerdote es lo que basta para decidirse. Él es fiel, y cumple su promesa.
